En esta cuarentena, te invitamos al viaje virtual a través del relato. Estambul, puente entre Europa y Asia, es una ciudad legendaria. Se abre paso cosmopolita, soberbia, reteniendo su pasado y siendo la urbe más occidentalizada de los países musulmanes. Aquí todos hablan inglés, español o el idioma del turista, la religión la cumplen a rajatablas los creyentes pero el resto puede seguir con sus costumbres sin sentirse raro y sin invadir a los locales.
Influenciada por tres Imperios – romano, bizantino y otomano -, Estambul conserva el legado de su pasado, y se proyecta en una infraestructura moderna con una visión futurista.
Los museos, iglesias, palacios, grandes mezquitas, bazares, y las belleza naturales parecen inagotables por lo que no alcanza una jornada para recorrerla. Lo ideal es permanecer al menos 3 días para disfrutar de su arquitectura, su gastronomía y de las numerosas sorpresas que depara en cada esquina.
Es posible cruzar el Bósforo por puente terrestre, pero la imagen de sus aguas evaporándose, mientras la balsa pasa de un continente a otro es una de las sensaciones más estremecedoras que se puede vivir. Activa y bulliciosa actualmente con casi doce millones de habitantes es la urbe más grande de Turquía y un tesoro a descubrir.
Un recorte histórico
Bizancio fue el nombre original. Establecida por colonos griegos de Megara en 667 a. C. y nombrada así en honor de su rey Byzas. A través de los años, estuvo en manos de los persas, que la ocuparon y la destruyeron en el siglo V a. C. Durante el reinado de Alejandro Magno la detentaron los macedonios y en el año 191 a. C. pasó a ser aliada de Roma, que la reconoció como ciudad libre, aunque posteriormente terminó siendo posesión directa de la República (100 a. C.)
La estratégica posición de Bizancio atrajo al emperador romano Constantino I el Grande, quien en el año 330, fundó de nuevo la ciudad como Nova Roma o Constantinópolis y la convirtió en capital del Imperio Romano del Oriente. Así se posicionó por encima de las demás capitales europeas, debido a su estratégica ubicación.
La Caída de Constantinopla bajo dominio turco, el 29 de mayo de 1453, fue un suceso que impactó en la sociedad europea de la época y en la historia mundial, se considera esa fecha como el final de la Edad Media. Tras un largo asedio y años de conflictos con los turcos, que ya habían conquistado el resto del imperio bizantino, pasó a manos del Imperio otomano hasta su disolución oficial el 1 de noviembre de 1922. Entonces se fundó finalmente la República Turca.
Sus páginas se leen en las calles, en los modos de hablar, en sus versos, por eso con un día no alcanza.
El descubrimiento
Uno de los sitios más conmovedores para conocer es el Palacio Topkapi, donde los cuentos de princesas y eunucos cobran vida. El que fuera centro del imperio otomano hasta 1853 tiene su entrada principal – la puerta de la Acogida- en medio de un parque muy verde, tranquilo y agradable. Hay locales con tiendas de regalos y oficinas bancarias que facilitan el cambio porque la entrada se paga con liras turcas y no hay discusión.
El palacio está situado entre el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara, y desde él se tiene una espléndida vista del Bósforo. Cuatro patios unen diversas edificaciones que tenían usos definidos como el consejo privado, la mezquita del personal, las habitaciones de los eunucos, entre otros. Hoy hay muestras en cada una y por supuesto está el tesoro de los sultanes con el afamado puñal.
Apenas se atraviesa la Puerta del Saludo, que da acceso al segundo patio, se puede ingresar al harén, un sitio místico que alberga historias en cada uno de sus rincones y permite descubrir parte de la vida de los sultanes y sus mujeres.
En la cercanías del palacio se ubica el Museo Militar que expone el cañón de Gallípoli, aviones y otras armas en los jardines. A la vez resalta la participación de Turquía en las distintas guerras de la época moderna y las glorias de su prócer, Attaturk conmemorado en un mausoleo monumental.
Pero Santa Sofía y la Mezquita Azul, son los íconos más relevantes que envuelven desde sus magnas construcciones. Una solemnidad única cargada de fe emociona en los rostros de los creyentes al ver la primera. Haya Sofía es considerada la iglesia de la Sabiduría Sagrada ya que fue inaugurada por el emperador Justiniano en el 537 y posteriormente convertida en una mezquita por los Otomanos en el siglo XV, hoy es museo. Su estructura arquitectónica es impactante y su cúpula se ha convertido en una insignia de esta ciudad porque aún consideran que es un milagro que esté en pie.
También es parte de las postales turcas la encantada Mezquita Azul y está en uso por ello puede verse 5 veces al día como los profesantes van a orar en su interior siguiendo el llamado desde los parlantes. En el ingreso, todos deben descalzarse y lavar sus pies para purificarse, las mujeres en tanto deben cubrir los hombros, las piernas y el cabello. Sólo los caballeros se adentran hacia el centro de la mezquita, quienes se arrodillan sobre la alfombra y oran de cara a la meca. El silencio en la inmensidad de este templo es inconmensurable, tanto que es posible captar la omnipotencia de un Dios, se profese alguna religión o no.
Después de la excursión religiosa, las calles de Estambul se abren como un abanico de colores con una cultura muy diferente a la nuestra. Ir de compras al Gran Bazar, es más que salir a gastar y adquirir obsequios y recuerdos. Se trata de una verdadera experiencia que comienza lidiando con los turcos por los precios. Es recomendable seguir el juego porque no discutir el precio puede tomarse como un acto de soberbia. Los vendedores se disponen en todas las calles y callejuelas con alfombras, telas, ojos azules (que espantan los malos pensamientos), artículos de bazar y cuanto objeto se busque.
La gastronomía no se puede pasar por alto en Estambul, el kebab se vende tanto en los puestos callejeros como en los más elegantes restaurantes y el café turco es una especialidad que requiere prestarle atención a su meticulosa preparación, y entregarse. El lugar de encuentro para la noche turca se hace en las terrazas a orillas del Mármara o del Bósforo con música en vivo que varía desde jazz hasta pop turco.