Cuando se piensa en la Argentina como potencia elaboradora de vinos, la primera variedad que se nos viene al paladar es el Malbec. Pero en los últimos años, la diversidad no solo varietal sino también territorial, ha ido dando lugar cada vez más a un abanico enorme de propuestas novedosas.

En sus veinte años elaborando vinos de calidad MARTINO WINES fue pasando por diferentes momentos y etapas en el camino a posicionarse entre las bodegas más atractivas del país por su propuesta novedosa.

La bodega fluctuó entre el foco en las exportaciones al comienzo, una renovación integral en 2013 sumando como asesor al prestigioso italiano Attilio Pagli, destacado entre los 10  enólogos más importantes del mundo y, la etapa actual en la que, apunta a ganar un espacio en el mercado argentino con vinos de calidad que ponen foco en cepas exóticas, variedades poco conocidas aportando constantes novedades al mercado además del Malbec.

“Somos una bodega curiosa, nos motivan las cosas diferentes y compartirlas con el consumidor. Nos gusta explorar y trabajar con cepas como Pedro Ximenez, como vino 100% varietal, una variedad criolla que generó gran impacto y respuesta en el mercado local.”, dice Fernanda Martino, hija del fundador y al frente del negocio.

“Mientras que los mercados internacionale buscan Malbec, en la plaza argentina hay un ávido interés en probar vinos nuevos, distintos a la hegemonía de nuestra cepa insignia u otras variedades clásicas”, dice Fernanda Martino.

“Tenemos una empresa sana macroeconómicamente, una propuesta atractiva con variedades atípicas para el mercado local y productos de calidad que nos prepara para crecer en el segmento de vinos Premium”, dice Fernanda. “El 2022 fue radical en relación al crecimiento que tuvimos”

ENCONTRAR LA IDENTIDAD EN LA VARIEDAD DE CEPAS.

El cambio de imagen de MARTINO WINES no se trató solo de sus etiquetas.

Es un cambio rotundo que abarca varios frentes: profesionalización, crecimiento en el mercado interno, foco en la elaboración de variedades exóticas, alta gama de vinos con definido estilo europeo y exportaciones a China, representando el 60% del total de sus ventas al exterior.  Varios desafíos conjuntos para esta bodega de Luján de Cuyo fundada en una antigua construcción de 1901 que Hugo Martino compró y restauró.

Si hay algo que destaca en la impronta del portafolio de Martino Wines es la notable diversidad de cepas poco conocidas

que presenta.

Puede ser una moda del momento, pero desde hace años la bodega busca componer una identidad basada en variedades inusuales.

Dentro de su propuesta de varietales exóticas, MARTINO WINES elabora partidas limitadas de Garnacha, Sangiovese, y uno de los poquísimos Marselan que ofrece al mercado nacional y que se agotan a la brevedad.

“Ya teníamos una buena base de consumidores atentos a la calidad de nuestro Pedro Ximenez. Luego comenzamos a mostrar otras cepas como Cabernet Franc, Petit Verdot, siendo hoy uno de los más premiados del país. Lo que siguió después, acentuó el interés por los vinos de cepas poco conocidas”, dice Fernanda.

“Nuestra apuesta es ofrecer constantes novedades al público más allá del Malbec y la mejor calidad en cada variedad, haciendo productos sabrosos y atractivos para disfrutar”, agrega Fernanda Martino.

MARTINO WINES se sitúa en la localidad de Luján de Cuyo, a solo a 20 minutos de la ciudad de Mendoza, su bodega data de principio de siglo -1901- y está abierta al turismo.

Posee 44 hectáreas de viñedos propios plantados en la zona de Barrancas y 7 hectáreas de Malbec en su finca La Violeta, corazón de Agrelo con las viñas más antiguas de la zona que datan de 1926 elaborando vinos de alta calidad.

Recientemente, inauguró un restaurante contiguo a la bodega con menú por pasos maridados con todas sus líneas de vinos.

“Nuestros vinos son productos de la pertenencia de nuestro lugar y la puesta en valor de lo propio”, concluye Fernanda Martino.

Se tratan de productos extraordinarios, auténticos con cualidades representativas de su región que se caracterizan por su elegancia, robustes, potencia, frescura, frutalidad, complejidad, carnosidad y el excelente equilibrio entre el roble y las características propias de cada variedad.